Isle Royale
¿Ya llegamos…?
Prólogo
Este blog es muy especial para mí, no solo por ser el primero que escribo sino también porque representa un momento importante de mi vida; marca el inicio de la historia que quiero compartir con ustedes y es en esencia donde comienzan mis primeros pasos en el maravilloso mundo de la fotografía, el amor por acampar y las metas y sueños por cumplir.
Preparación
Era el verano del 2015 y tomaba clases para adelantar algunas materias, había pasado algún tiempo desde la última vez que me había ido de vacaciones, cuando uno de mis amigos me pregunta si quería ir a algún lado y por supuesto mi respuesta fue un rotundo sí, ¡no sabía en lo que me había metido!
Dejé que él planeara nuestras vacaciones, yo no podía hacerlo pues mis materias demandaban mucho tiempo, lo único que quería era relajarme en un buen resort, disfrutar de la compañía de las muchas chicas que iba a conocer y despejar mi mente de la monotonía de la escuela.
Un par de días después mi amigo, muy emocionado, entra a mi cuarto y exclama: “¡Isle Royale!”.
Hasta el nombre suena como me lo había imaginado “¿Acaso era una isla paradisiaca?”, inmediatamente mi mente me llevó a una de esas playas de aguas transparentes disfrutando de una piña colada y acostado sobre una hamaca y le dije ¿cómo sabías que esto era lo que quería?
“¡No!, Isla Royale es un Parque Nacional que se encuentra en la península superior de Michigan, está cerca de la frontera con Canadá y solamente es accesible por bote” me respondió un poco molesto.
"¿¡Qué!? ¿Hay algún hotel allá? ¡No creo que haya lugares bonitos para conocer!" dije un poco decepcionado. “¿Dónde nos quedaríamos?” le pregunté.
“Podríamos atravesar la isla por sus senderos y acampar en el camino” me respondió despreocupadamente.
Tomé varios minutos en asimilar lo que me había dicho y aunque no estaba muy seguro decidí aventurarme así que al escuchar la palabra acampar, lo único que pude pensar en aquel momento era que necesitaba comprar algo de ropa, un buen equipo para acampar y ver algunos vídeos en YouTube, ya que jamás había acampado en mi vida.
“¡Está bien! Aún no estoy seguro si es una buena o mala idea pero hagámoslo” le respondí y volví a enfocarme en mi tarea. Sin saberlo, esa corta respuesta marcaría el inicio de una serie de eventos que hasta el día de hoy, tendrían consecuencias inimaginables. Pensándolo bien, es un poco extraño e interesante como pequeñas decisiones que tomas a lo largo de un día, pueden llegar a convertirse en factores importantes en tu vida, cambiando la manera en que pensamos acerca de ella y como planeamos vivirla.
El Camino
Después de comprar todo el equipo que pensé que necesitaría, estaba listo para el viaje. ¿Mochila de acampar? Listo; ¿Mapa? Listo; ¿Ropa para acampar? Listo. Además de esto, uno de mis amigos, con suficiente experiencia me recomendó unas sandalias un poco peculiares, para caminar a través de los senderos.
“Te irá bien con ellas” recuerdo que me dijo.
Eran alrededor de las 5 de la tarde cuando salimos de West Lafayette. Teníamos que manejar 10 horas y llegar antes de las 6 am para poder tomar el bote hacia la isla. El Volkswagen de mi amigo ya estaba empacado con todas nuestras mochilas y equipo, listo para el viaje que teníamos en frente y al salir de la ciudad no pude evitar sentirme emocionado.
El viaje hacia Michigan fue bastante tranquilo, hicimos buen tiempo ya que solo nos detuvimos para comer y reabastecer de combustible al carro y un poco antes de las 6:00 a.m. ya nos encontrábamos cerca de Copper Harbor, la ciudad donde tomaríamos el bote hacia la isla.
Al haber llegado tan temprano, estacionamos y tomamos una corta siesta antes de subirnos al bote (después de 10 horas sin dormir mucho, nos la merecíamos). El sonido de un hombre gritando nos despertó, nuestra “corta” siesta se había extendido y el bote estaba a punto de salir.
Agarramos nuestras maletas y salimos corriendo hacia el bote, fuimos los últimos en subir y casi no encontramos lugar donde sentarnos. Por suerte, había una mesa en la parte inferior del bote que era lo suficientemente grande para los tres, poco después el bote zarpó.
Pasarían tres horas antes de llegar a la isla, pero ya nos encontrábamos ocupados revisando nuestra lista de artículos y discutiendo lo que íbamos a hacer una vez llegáramos. Lo primero que discutimos fueron los lugares en los que acamparíamos, uno de mis amigos había conseguido un mapa de la isla y esto nos ayudó a encontrar los mejores lugares para acampar durante los tres días que nos quedaríamos. El resto de la discusión no la recuerdo mucho, pero hay 2 detalles que se destacaron.
El primero, fue que caminaríamos 16 kilómetros durante el primer día para poder encontrar el sitio donde acamparíamos; sería cerca de la orilla del lago, y pensaba: no sé si pueda caminar esa cantidad de kilómetros seguidos y más aún con una mochila tan pesada.
El segundo, fue los nombres de los sitios de acampar en la isla, nombres como: ‘West Chicken Bone’ me eran tan graciosos y no entendía por qué se llamaban así.
Al terminar de discutir todo lo que íbamos a hacer, decidimos tomar otra siesta.
Esta vez, el sonido de la bocina del barco me despertó. Miré a mi alrededor y me dí cuenta de que era la única persona que quedaba en la mesa y decidí ir al nivel superior, allí encontré a mis amigos y al resto de las personas, todas observando la isla tan imponente que se encontraba frente a nosotros.
Isle Royale, de lo que podía ver, estaba a la altura de su nombre. Tenía un aire de misterio ya que no se veían muchos edificios cerca del muelle. El único edificio de gran tamaño que se podía ver parecía ser el hotel. Cuando el barco atracó en el muelle, un guardabosque del servicio nacional de parques nos dio la bienvenida además de una pequeña charla acerca de su programa de No Dejar un Rastro (puedes leer más acerca de este programa, aquí). Tras terminar de hablar, el guardabosque llamó a cada representante de los grupos que estaban presentes para que estos le dieran el itinerario de sus respectivos viajes, así si el grupo no regresaba en la fecha estipulada, ellos estarían al tanto.
Mientras esto sucedía mi otro amigo y yo fuimos al centro de visitantes de la isla donde compré un libro de historias de miedo, pensé que me mantendría ocupado en las noches al acampar.
Cuando terminamos de recorrer el centro de visitantes y comprar las últimas cosas que necesitábamos, nos reunimos con nuestro tercer amigo y nos dirigimos hacia el inicio del primer tramo del sendero.
La Isla
Día # 1 – ¿Ya llegamos?
Iniciamos el sendero alrededor de la 1:00 pm, comprometidos totalmente con caminar los 16 kilómetros y llegar al primer sitio para acampar, tenía varias curvas y elevaciones pero con muchos puntos de referencia en forma de piedras, era difícil perderse en el camino.
Mientras caminábamos no pude evitar la belleza y la calma que en ese momento nos regalaba ese pedazo de la isla, campos de margaritas cubrían ambos lados del sendero y complementaban el color dorado del cielo, quería parar cada 5 minutos no para descansar sino para disfrutar de la belleza y el aroma que se sentía. Desafortunadamente, el tiempo no estaba de nuestro lado, todavía nos quedaba camino por recorrer antes de llegar al primer sitio para acampar.
Eran cerca de las 6:00 pm, el sol estaba a punto de ocultarse y el cielo se veía maravilloso. Paré momentáneamente para ver el atardecer, cuando de repente sentí un dolor agudo en mi cuello. ¡Algo me había picado! Instintivamente alcancé detrás de mi cuello y golpeé, cuando revisé mi mano, vi un mosquito extraordinariamente grande. Al ver esto, les dije a mis amigos que teníamos que apresurarnos, uno de ellos empezó a correr y nos dijo que nos vería en el sitio para acampar.
Mi otro amigo y yo resumimos el camino, esta vez caminando un poco más rápido, sin saber realmente cuantos kilómetros nos faltaban. Poco después del incidente con el mosquito, nos topamos con una pequeña cascada escondida en el bosque, estos lugares generalmente sirven para reabastecernos con agua y descansar, lastimosamente, no era el momento ni la hora para descansar… déjenme compartir con ustedes un pequeño consejo, si alguna vez en su vida se encuentran en una situación en la que deben correr entre 4-6 kilómetros en medio de un denso bosque con poca luz y perseguido por un ejército de mosquitos gigantes y hambrientos utilicen ropa apropiada y lleven cada uno su propio repelente porque el escenario no es nada halagador.
Mi amigo y yo corrimos como nunca, una mano con una vara para espantar los mosquitos, y la otra libre para intentar matarlos, pero no era suficiente entre más nos adentrábamos más fuentes de agua estancada y nubes de mosquitos nos encontrábamos, parecía nunca acabar. Exhausto de correr e intentar matarlos, quería detenerme y descansar sin embargo sabía que si lo hacía sería presa fácil, así que tenía que continuar. Lo único en lo que podía pensar mientras corría era en qué tanto nos faltaba para llegar.
Después de lo que pareció ser más de una hora, finalmente vimos la luz al final del túnel. Aproximadamente a unos 500 metros después de una curva, vimos lo que estábamos esperando, “nuestro sitio para acampar” junto a un pequeño complejo de muelles, ¡lo habíamos logrado!
Buscamos a nuestro amigo y lo encontramos sentado en el más distante de los muelles, como si estuviese meditando, con su abrigo abotonado hasta la cabeza. Corrimos hacia él y mientras más nos acercábamos nos dimos cuenta de que los mosquitos iban desapareciendo, intercambiamos anécdotas de lo sucedido para luego instalar nuestra tienda de campaña.
La ventaja de acampar en la isla es que los guardabosques tienen áreas designadas que están cubiertas por un pequeño refugio, esto significaba que los mosquitos no podían molestarnos. Al acercarnos al refugio, mi amigo nos dio una pequeña sorpresa, una botella de Off, un fuerte aliado para esta pelea contra los mosquitos, aunque un poco tarde pensaba yo pues la batalla contra estos había empezado unas horas antes.
“Usemos el Off antes de entrar y así cuando abramos la puerta, los mosquitos no entrarán, vayan ustedes primero, cuando abran yo empezaré a rosearlo” nos dijo.
Una idea fantástica, pero si lo estuviesen viendo de lejos, probablemente parecería muy tonta, tres personas apiñadas en una puerta, una con Off en la mano y las otras dos listas para entrar, rodeado de mosquitos… jajajaja :).
Nos metimos lo más rápido que pudimos, los mosquitos intentaron hacer lo mismo pero digamos que el Off ganó la batalla. Una vez dentro empezamos a armar la tienda de campaña y cocinar. Yo estaba demasiado cansado para cocinar, así que decidí dormir, había sido un día largo y quería recuperar algo de energía para el siguiente día.
Día # 2 – ¡Chicken Bone Apesta!
Esta vez fue el sonido de las aves lo que me despertó. Salí de mi bolsa de dormir lo más silenciosamente que pude para no despertar a mis amigos, que todavía estaban durmiendo. Una vez afuera, empecé a preparar mi desayuno. Mientras esperaba que se calentara mi olla, empecé a contar las picadas de mosquitos que tenía en mi cuerpo, pero creo que perdí la cuenta después de 20. En realidad, no fue buena idea usar un suéter con mangas cortas...
Regla # 1 para ser exitoso acampando en lugares remotos: No seas como yo. ¡Busca información con tiempo y vístete apropiadamente!
Después de un desayuno rápido, mis amigos y yo empacamos todo y nos preparamos para el camino. Mi cabello era un desastre así que me dirigí al muelle más cercano para lavarlo con el agua del lago. Poco después, mi amigo llegó con un tazón para recoger algo de agua para el camino y le pedí que vertiera algo de agua sobre mi cabeza. ¡Debí haber probado la temperatura del agua antes porque no estaba preparado para lo fría que estaba! Pero, aunque estuvo fría, me refrescó.
Una vez habíamos terminado de empacar y desayunar, nuestro segundo día en el paraíso oficialmente había empezado. La meta del día era alcanzar el siguiente sitio de acampar antes del atardecer, para no tener que lidiar con los mosquitos nuevamente. Con el plan en mente, empezamos a caminar alrededor de las 9:00 am.
Hasta entonces, el sendero seguía muy de cerca la orilla del lago, por lo que siempre estuvimos rodeados de fuentes de agua donde también podíamos apreciar el Lago Michigan. Pero a partir de hoy, el mismo sendero nos adentraba cada vez más, con cada giro nos encontrábamos cada vez más y más rodeados de hierba casi tan alta como nosotros y con cada paso que dábamos más deteriorado se encontraba el camino; los puentes que cruzaban pequeños pantanos estaban ya pudriéndose y en mal estado y a lo largo del sendero nos encontramos con varios árboles caídos, lo que hacía que fuese interesante pero un poco monótono.
Alrededor del mediodía nos dimos cuenta que estábamos solamente a un par de horas de nuestro destino final. Al ver esto, decidimos tomar un pequeño descanso en un sitio de acampar llamado West Chicken Bone (créanme, suena mucho más interesante de lo que en realidad era). Mientras descansábamos en Chicken Bone, comiendo barras de granola me puse a pensar por qué aquel sitio tenía ese nombre. Sin embargo, dejé de pensar en esto cuando me di cuenta que se me había acabado el agua, le pregunté a mis amigos si tenían agua, pero también se les había acabado, la única fuente de agua que estaba cerca de nosotros era la de un lago húmedo y estancado pero tras intentar filtrar el agua varias veces, todavía no se veía segura para beber, así que decidimos no utilizarla y caminar las 2 horas restantes para llegar a nuestro siguiente sitio el cual se encontraba cerca de la orilla del lago lo que era ideal para reabastecernos de agua.
Las últimas 2 horas del sendero fueron bastante tranquilas, usamos el machete para despejar partes del camino cubiertas por hierba pero aparte de eso, no pasó mucho y antes de que nos diéramos cuenta, ya habíamos llegado a nuestro destino.
De los tres sitios en los cuales acampamos durante el viaje, sin duda alguna, este fue el mejor. El muelle que estaba cerca era bastante amplio y el agua tranquila con un azul profundo, el refugio no se encontraba en el bosque, sino en un área llana cerca del muelle (esto significaba que los mosquitos no nos estarían molestando tanto) y el paisaje alrededor era maravilloso.
Armamos la tienda de campaña y decidimos cocinar en el muelle, mientras yo preparaba la cena, mis amigos estaban preparando sus cámaras para capturar el paisaje que nos rodeaba, cuando de repente escuché a uno de ellos gritar: “¡ALCE!”. Levanté la mirada y lo vi, un alce nadando a través del lago intentando llegar a la otra orilla de la isla. Los flashes de la cámara se activaron y todo lo que yo podía hacer era observar y disfrutar del momento.
Después de que el alce ya se había ido nos sentamos a comer recordando los mejores momentos del viaje, oportunidad perfecta para jugarle una broma a uno de ellos, como pueden ver en el vídeo ¡nos divertimos empujándolo al lago congelado! Pero apenas empezó a oscurecer, regresamos a la tienda y nos fuimos a dormir.
Día # 3 – Mis pies… ¡ME DUELEN!
Por primera vez durante el viaje, me despertó mi alarma. Al despertar, empecé la misma rutina de los últimos dos días, empacar, desayunar, limpiar y empezar a caminar. Pero este día, empezaríamos el camino de vuelta hacia el muelle principal.
Caminamos durante gran parte del día y llegamos a las 5 pm al último sitio en el que acamparíamos en la isla. Empezamos a armar la tienda y terminar de alistar nuestras cosas, terminando a las 6 pm. Estábamos cansados, pero todavía teníamos que comer, pero mis pies dolían más de lo normal, así que decidí quitarme los zapatos. Fue entonces cuando me di cuenta que tenía tres ampollas… ¡¡uy!! que mala suerte; miré a mi amigo que me había recomendado estos zapatos y bromeé con él diciéndole que jamás tomaría un consejo de su parte.
Al terminar la cena, nos encontramos con otra persona que también estaba acampando en el mismo sitio, conversamos un rato e intercambiamos historias de los últimos días antes de irnos a dormir. Sin haber pasado una hora desde que nos acostamos, aquel extraño nos estaba gritando para que saliéramos del refugio, con desconfianza y un poco temerosos salimos, nos dijo entonces que se había encontrado a una familia de nutrias y de alces por un arroyo bastante cerca del refugio.
Al escuchar esto todos fueron a buscar sus cámaras y salieron corriendo detrás de la otra persona, en cambio yo, empecé a cojear lo más rápido que podía, ya que no podía correr muy bien debido a mis ampollas. Después de lo que pareció ser una eternidad al fin los encontré, había también un grupo de personas cerca del arroyo, fue allí donde vimos a las nutrias.
Pasamos alrededor de 30 minutos tomándole fotos e intercambiando historias con el resto del grupo de personas que nos encontramos antes de buscar a los alces.
Día # 4 - ¡Podría comerme todo esto solo!
Mis amigos me despertaron esta vez. Aparentemente, no había escuchado mi alarma y seguía dormido. Empecé a entrar en pánico porque pensé que estábamos bastante tarde, pero en realidad solo nos habíamos despertado 10 minutos más tarde de lo que debíamos. Nos alistamos, comimos y empezamos a caminar, esta vez, el bote era nuestro destino.
Eran las 7:30 am cuando iniciamos nuestra caminata, nos quedaban 9.6 km y teníamos que llegar antes de la 1:00 pm para poder subirnos al bote. Uno de mis amigos decidió caminar un poco más rápido y nos dijo que nos encontraría en la estación de los guardabosques, ya que se quería bañar antes de subirse al bote. Mi otro amigo me acompañó durante el regreso, mis ampollas no me permitían ir más de prisa y aunque demoramos en llegar, logramos hacerlo con suficiente tiempo.
Reunidos los tres, mi amigo pregunta por nuestra tardanza, yo solamente me reí y apunté a mis pies. Nos comentó que había una ducha cerca y aquel baño había sido uno de los mejores y déjenme decirles, no nos había mentido. Cuando me tocó bañarme fue una experiencia increíble, -fueron 4 días usando un paño húmedo para asearme- y aunque mis 5 minutos habían terminado estaba lo suficientemente limpio para continuar con nuestro retorno.
Teníamos 40 minutos antes de que el bote zarpara y decidimos ir al hotel para ordenar algo de comer, una pizza extra grande y 2 hamburguesas para cada uno era suficiente para quitarnos el hambre que teníamos después de haber tomado sopa 4 días seguidos. La mesera nos aseguró que la comida no tardaría en llegar y que tendríamos suficiente tiempo para agarrar el bote pero después de esperar 30 minutos, ¡nada! Estábamos preocupados pensando que tendríamos que dejar la comida y regresar al bote.
Con 10 minutos antes de zarpar llegó la comida. Solo pudimos comer las hamburguesas y pedimos una caja para la pizza, corrimos hacia el bote pensando que nos dejaría pero esta vez, no fuimos los últimos. Encontramos los mismos asientos que utilizamos cuando llegamos y nos sentamos a comer la pizza e intercambiar nuestros momentos favoritos.
Regresando a Casa
Después de pasar 3 horas en aquel bote, llegamos a Copper Harbor, tomamos nuestras maletas y caminamos lentamente al carro. Un buen viaje había terminado, pero una gran aventura siempre me acompañaría.