Washington & Oregon
Familia, viejos amigos y… ¡¿legos?!
¡De vuelta en acción!
Hay algo en particular que hace de la primavera una de mis estaciones favoritas, pero no sabría decir qué es ese algo… ¿Será el florecimiento de las flores? ¿El final de un amargo invierno? ¿O quizás el hecho de que el sol se acuerde de Indiana y aparezca durante el día? Honestamente… no sé. Lo que sí sé es que con la llegada de la primavera también llegan mis vacaciones favoritas. Es un buen momento para relajarse y reconectarse con el mundo.
Algunos amigos y yo, habíamos planeado en visitar los estados de Oregon y Washington para explorar el parque nacional Olympic, recorrer el parque de Crater Lake y conocer la ciudad de Seattle. Estaba bastante emocionado con poder ir y desempolvar mi cámara, que se mantenía sin uso desde mi último viaje a Michigan.
¿Atrasados nuevamente?
Salimos rumbo a O’Hare con lo que yo consideraba era suficiente tiempo para llegar al aeropuerto. Sin embargo, las demoras por construcción y tráfico cerca de la ciudad nos atrasaron considerablemente.
Con tan solo 30 minutos antes de que iniciaran el proceso de abordaje, llegamos al aeropuerto. Afortunadamente, teníamos nuestros boletos en el celular y estábamos ligeros de equipaje, así que el reto más grande era la fila de seguridad. Al final, la misma fue bastante rápida y llegamos a nuestra puerta un poco antes de que empezaran a abordar al primer grupo.
Una vez en Seattle, recogimos nuestro van alquilado, compramos algo de comer y empezamos el viaje de 8 horas hacia Crater Lake, esperanzados de poder llegar temprano por la mañana.
Muros de Hielo
Logramos llegar por la mañana al parque nacional de Crater Lake. El paisaje blanco, por la nieve, hizo que el viaje fuera interesante. Sin embargo, ya tenía ganas de salir del auto, estirar mis piernas y explorar.
Al salir del auto, sentí que estaba bajándome de una nave espacial y tocando tierra en un nuevo y extraño mundo. Nunca en mi vida había visto muros de hielo tan enormes, más del doble de mi tamaño. Simplemente tenía que tomar algunas fotos para recordar lo pequeño que me sentí aquel día.
Luego de la sesión de fotos y antes de ver el famoso lago, me dieron ganas de usar el baño – y la única razón por la cual menciono esto es porque la ida al baño fue una experiencia algo interesante. Ir a los baños en este parque, era como atravesar una cueva fría y oscura, debido a que el pasillo hacia los baños estaba cubierto por los muros de hielo y los inodoros estaban bien escondidos al fondo del pasillo.
Pensándolo bien, pienso que los baños podrían ser buenos refugios en caso de clima inclemente, pero no sé si me gustaría estar atrapado ahí dentro, rodeado de toda esa nieve… pienso que sería un poco claustrofóbico para mí.
Luego de utilizar los baños, finalmente era hora de conocer el lago, la atracción principal a la que habíamos ido a ver en este parque. Así que nos preparamos para la larga y ardua caminata desde los baños hasta el lago: 50 metros. Durante el trayecto, me resbalé y casi me caí un par de veces, gracias al hielo oculto por la nieve fresca de la noche anterior. Me hubiese gustado haber llevado mis clavos para zapatos y así evitar las caídas, pero se me habían quedado en el apartamento… lástima, ¿no?
La vista del lago era tremenda, pero nada especial en mi opinión. Quizás si hubiésemos estado ahí para el amanecer o atardecer la vista hubiese sido mejor, pero no todo es acerca de paisajes majestuosos, sino también de disfrutar los momentos con aquellas personas que son importantes para ti.
Después de ver como casi todas las calles dentro del parque estaban muy cubiertas por nieve, decidimos irnos temprano hacia nuestra siguiente parada: Kalaloch Lodge en el parque nacional Olympic, donde nos quedaríamos por un par de días.
Focas apestosas
Para llegar a nuestro siguiente destino manejamos a lo largo de la costa y esto me recordó de lo que me había perdido al vivir en Indiana. El sonido de las olas chocando con las costas y el olor familiar del océano revivieron buenos recuerdos de mi Panamá.
Todavía nos quedaba un buen tramo por recorrer y cada vuelta en la vía me recordaba que, aunque estaba lejos de casa, las olas me acercaban un poco más.
Sin embargo, estos buenos recuerdos llegaron a su fin cuando percibí un olor repugnante que parecía venir de todos lados. Luego de una vuelta en la carretera, nos dimos cuenta de dónde provenía el olor: focas.
Decidimos detenernos y ver las focas que estaban a lo largo de la costa. Honestamente, me hubiese gustado tener una máscara porque apestaban demasiado.
Parque Nacional Olympic
Cuando ya no pudimos más con el olor de las focas, manejamos el resto del trayecto hasta llegar a Kalaloch Lodge donde nos estaríamos hospedando por dos días. Estaba bastante emocionado de al fin poder sacar la cámara, tomar fotos y explorar el parque. También, rogué para que el clima cooperara con nosotros.
Cielos nublados y un día gris fue lo que me encontré la mañana siguiente. No estaba mal con tal de que no lloviera, porque íbamos a recorrer algunos senderos ese día y quería poder tomar fotos. Lo poco que había visto del parque durante el viaje me hizo pensar que podía tomar algunas buenas fotos.
Pero luego… empezó a llover. Así que adiós a los senderas y a las fotos. Pasamos el primer día manejando alrededor del parque y viendo que senderos se veían más interesantes para recorrer al día siguiente – con tal de que el clima cooperara. Ese día me di cuenta de que estábamos bastante cerca del punto más occidental de los Estados Unidos continentales y pensé: ¿por qué no ir? Ya había ido al punto más este y estábamos cerca de otro punto extremo, así que ¿por qué no? Con eso en mente, me acosté, esperanzado de que no lloviera al día siguiente.
Me desperté al día siguiente, entusiasmado porque no estaba lloviendo. Desayunamos rápidamente y nos dirigimos hacia la cabeza del sendero en Cape Alava – el punto más occidental de los Estados Unidos continentales.
Disfruté mucho más Cape Alava, era mucho más distinto que el faro de luz de West Quoddy, ya que tenías que caminar más para llegar a el. El sendero estaba lleno de lodo, debido a la constante lluvia del área y fue un poco difícil caminar por el sendero, pero eventualmente llegamos a la costa, donde nos tomamos algunas fotos y disfrutamos del momento. Y antes de que pregunten, sí, las olas chocaron contra mí al querer tomarme una foto, jajajaja.
Algunas de las fotos de paisajes que más me agradan vienen de Olympic – y aquel día, durante ese sendero me di cuenta de por qué. Olympic tiene varias caras, de un lado tienes senderos y áreas verdes que se extienden por varios kilómetros, todos casi congelados en el tiempo, con el rocío mañanero apenas tocando las hojas de las flores. Y por el otro lado tienes el área rocosa y más sobria, la costa, con sus formaciones de piedras y cualidades casi de laberintos.
¿Mi único remordimiento? No pasé suficiente tiempo. No tuve suficiente tiempo para explorar y conectarme más con el parque. Al día siguiente, ya nos habíamos ido – rumbo a nuestro último destino antes de que se acabaran nuestras vacaciones, Seattle.
La Ciudad lluviosa y Legos
Estaba bastante emocionado de estar en Seattle los últimos días del viaje. Tenía algunos amigos y familiares que vivían cerca de la ciudad y quería saludarlos. Pero antes de verlos, teníamos que llegar a nuestro AirBnB y déjenme decirles que no podía esperar a verlo, porque las imágenes que tenían en la aplicación se veían bastante interesantes.
Llegamos a lo que ahora me voy a referir por la mansión de Legos – ¡el lugar estaba genial! Estaba bastante impresionado con la forma en que habían integrado los Legos a la decoración de la casa y permitiré que las fotos hablen por mí.
Sobre una de las mesas habían varias hojas con juegos y acertijos para encontrar ciertos muñecos de Lego y fue bastante divertido intentar encontrar todas las piezas.
La mañana siguiente, mis amigos y yo nos dirigimos al centro de Seattle. Con mi hermano, nos dirigimos a la primera ubicación que Starbucks abrió y compramos una taza, para conmemorar la visita. Lo mas chistoso, es que ninguno de los dos tomamos café…
Después de esto quería conocer Pike Place Market, en particular, una tienda de pescados donde los tiran entre personas antes de envolverlos para impresionar a sus clientes. Había visto esto por primera vez en un video durante un programa de orientación en la universidad y quería mandarles algunas fotos a mis amigos del programa.
No estuve decepcionado…
Ya asombrados por los pescados voladores, mi hermano y yo nos dirigimos al muro de chicle. El muro era asqueroso, y todavía no logro entender como empezó, quién tuvo la gran idea de empezar a pegar su chicle en la pared…
Una vez asqueados por el muro, me encontré con una amiga de la universidad para almorzar. No la había visto en un par de años así que poder conversar después de un largo tiempo, fue bueno.
Después del almuerzo, nos dirigimos a un tour de la fábrica de Boeing. No los aburriré con los detalles, pero fue bastante divertido y aprendí del proceso de construcción de los aviones. Con el tour acabado, nos dirigimos de vuelta a la mansión de Legos para intentar encontrar más.
El Zoológico
Tengo que admitir, que me levanté algo tarde a la mañana siguiente. Pero estaba tan cansado del día anterior, que se me olvidó colocar mi alarma. Pienso que lo mismo le pasó a los demás ya que nadie estaba despierto y como no había nadie con quien conversar, me dormí nuevamente.
Mi hermano me despertó media hora después y empecé a alistarme. Preparé algo para desayunar y desperté a mis amigos. Conversamos del plan de ese día, uno de mis amigos quería ir a fotografiar algunos aviones y el resto quería ir al Zoológico así que nos separamos y yo decidí ir con el grupo del zoológico.
El zoológico fue excelente. Pude sacar mi cámara y fotografiar a tantos animales que no podía molestarse contigo si les tomabas una foto. Esta parte de las vacaciones fue una de mis preferidas ya que conseguí una de mis fotos favoritas.
Cada vez que veo esta foto, sonrío no solo por los colores del ave, pero porque me gusta pensar que decidió posar para mí en ese momento.
Después de la sesión de fotos, caminamos el resto del parque y visitamos varias áreas. Pero ninguna se igualó a la de las aves.
Nos quedamos hasta el cierre del parque y regresamos a recoger a nuestro amigo. Pedimos algo de pizza y pasamos la última noche en la mansión de Legos en grupo, comiendo y charlando antes de dormirnos.
Mt. Rainier y Casa
La última parada de las vacaciones era el Parque Nacional de Mt. Rainier. Camino al parque pude visitar a mis tíos y primos que viven en Washington y verlos después de tantos años fue excelente.
Luego del almuerzo con mi familia, manejamos hacia Mt. Rainier. El camino estaba bastante despejado, pero se podía ver nieve a lo largo de la montaña y en las planicies.
Paramos varias veces rumbo a la base para tomar fotos y disfrutar del paisaje.
Cuando llegamos a la base, tuvimos la suerte de ver a un grupo de excursionistas saliendo para escalar la montaña. Todos se veían bastante determinados y me dieron algo de ganas de unírmeles, pero se que no hubiese estado lo suficientemente preparado.
Al terminar el pequeño tour del parque, nos dirigimos hacia el aeropuerto. Concluyendo así unas excelentes vacaciones.
Y después de esto, definitivamente tengo que decir que ¡la costa oeste es la mejor!